La lucha femenina

Remontándonos al siglo XIX, conviene precisar que la presencia de la mujer en los encuentros de lucha canaria era improcedente. Pero también se hace necesario destacar que, como suele acontecer —y en el deporte favorito de esta comunidad no iba a ser una excepción—, el transcurrir del tiempo lo mejoró todo.

Primeros movimientos

Según recoge el libro Historia Gráfica de la Lucha Canaria en Tenerife. Siglo XX, la mujer no ha tenido continuidad en la lucha canaria, pero, cuando le ha sido posible, no ha decepcionado. Conviene apuntar que la parte previa al comienzo federado de la lucha canaria femenina en esta isla tiene su origen en la Universidad de La Laguna durante la década de los setenta del siglo pasado, cuando un grupo de siete u ocho mujeres decidieron participar a título de exhibiciones. Primero fue actuando entre sí, como preliminares del equipo masculino universitario en el ámbito insular, y luego, acompañándolo en sus viajes a La Palma y El Hierro.

Estas luchadoras pioneras (María de los Ángeles Peña, Alicia Hernández, Reyes Díaz, Nena, Manoli, Alicia Reyes, María del Carmen…), por otra parte practicantes de artes marciales y naturales de distintas islas, sirvieron de estímulo a un notable grupo de contemporáneas con las que fueron conformándose equipos que dieron esplendor al colectivo.

Alicia Hernández Cabrera, quien dirigía el Universidad femenino, dijo lo siguiente en una entrevista para el periódico El Día del 17 de junio de 1975:

La fundación del equipo femenino de lucha canaria de la Universidad de La Laguna tiene dos versiones: primero fue que varias chicas acompañaron al equipo masculino a un viaje a la isla de El Hierro, y ya veníamos pensando en ello, y luego allí, de forma un tanto anecdótica, una de las chicas, al intentar quitar a otra unas maracas, dio la primera lucha para tirarla al suelo; y así dimos el primer paso. Nuestra primera actuación fue en La Palma, luego en Granadilla y en La Orotava, siempre acompañando al equipo masculino.

Hay un proyecto para que en un desplazamiento a Las Palmas nos enfrentemos a un equipo de aquella provincia, después también iremos a las Fiestas Lustrales de La Palma, y quizás también, si el equipo masculino se desplaza a Venezuela, los acompañaremos. Por otra parte, actuaremos en el festival que se organizará con motivo del fin de curso y en otros encuentros donde actúe el equipo masculino.

En principio nos hemos encontrado algunos prejuicios, por eso de que no es un deporte para mujeres, pero con el tiempo han desaparecido. En cuanto a los recursos económicos, hemos tenido que solucionarlo con nuestros propios medios. Cierto es también que hasta ahora no hemos solicitado tampoco ayuda, aunque estamos agradecidas a las casas de material deportivo porque nos han hecho un precio especial.

De las exhibiciones, a la competición

A finales de los años setenta, un grupo de jóvenes de El Portezuelo, la mayoría procedentes de familia de luchadores, comenzaron a practicar lucha canaria de manera espontánea, como si de un entretenimiento se tratara y en la más estricta privacidad. Hasta que un día decidieron dar un salto cualitativo, pasando del plano privado al público con la organización de una luchada entre casadas y solteras por las fiestas de la localidad. Pero no quedó ahí la cosa, porque en un momento dado, los exluchadores Quico Rodríguez, Estadio II —padre de algunas de las chicas—, y Eugenio Carlos Javier, Chachillo, se dieron cuenta de la extraordinaria calidad que poseían sus aventajadas discípulas y decidieron crear un equipo femenino. Comenzaron los entrenamientos y al principio se limitaban a celebrar encuentros de exhibición aprovechando las fiestas de los pueblos, en las que congregaban a gran cantidad de aficionados para ver su evolución. Este equipo, que resultaría ser el CL Teguise, fue el primero en federarse de los femeninos; posteriormente fue creado el Unión Canteras, seguido del Naranjo y el Tegueste. 

En este sentido, el libro Historia Gráfica de la Lucha Canaria en Tenerife. Siglo XX amplía que «estimuladas por el paso al frente de las pioneras, bastantes contemporáneas fueron conformando equipos para auge del colectivo. Los años 1970 enfilaban su recta final cuando la lucha canaria femenina ya pedía paso con fuerza, con el CL Teguise como rival a batir y las representaciones del Unión Canteras, Naranjo y Tegueste metidas también en competiciones. Todo esto, ya de manera reglada y regulada por la Federación Tinerfeña de Luchas, motivó que se crearan de golpe siete equipos federados para desarrollar la temporada 1980-1981, una cifra que se elevó hasta nueve en el curso luchístico 1981-1982». Sería por lo tanto en la temporada 1979-1980 cuando los equipos del Teguise, Unión Canteras, Naranjo y Tegueste iniciaron la primera competición federada, que dio paso a la que sería la etapa dorada de la lucha canaria femenina en Tenerife.

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